CONTEXTO SOCIOCULTURAL

La Guerra fue el disparo que mató la soberanía de la Antigua Nación pero donde unos caen, otros se alzan y para Los Estados Unidos de América fue la oportunidad perfecta para empezar su imperio. Los años 20 son una época dorada llena de esperanza y avance. Las mujeres por fin consiguen ser reconocidas como ciudadanas con derecho a voto gracias a años de lucha feminista de las sufragistas. También se liberan en su expresión, en su ropa ligera y en sus peinados cortos. Han demostrado su valía ejerciendo trabajos como operadora de telefonía o escribiendo, como lo hace Virginia Woolf, quien recientemente ha escrito sobre las condiciones materiales de las mujeres para poder crear arte. Se van dejando atrás antiguas concepciones de la mujer como un ser inferior aunque los conservadores luchan contra la evolución natural de la sociedad. La esperanza llega como aire fresco a la sociedad y, por ende, al arte. El cine es la gran revolución del siglo XX y Charles Chaplin con su ingenio llena las salas con la Quimera de Oro y con su reciente éxito El Circo. El expresionismo renueva el arte y la música se vuelve alegre e improvisada en forma de Jazz inundando Nueva Orleans. No sólo el arte se nutre y avanza, también lo hace el ingenio de los hombres que hacen ciencia. La comunicación telefónica es capaz de conectar lugares tan distantes como América y Alemania. La lavadora revoluciona el hogar, el cine ahora puede oírse y la penicilina salva vidas cada día. Los científicos e ingenieros se muestran optimistas y han empezado a ver más allá del planeta. Han descubierto galaxias más allá de la Via Lactea y eso plantea una cuestión importante ¿Estamos solos en el universo? ¿Pueden haber más criaturas inteligentes como nosotros? El gobierno parece haber descubierto la clave del éxito: No intervenir en los asuntos empresariales. El presidente Hoover del Partido Republicano ha sido elegido y continúa con la tradición republicana de los últimos años. Ha defendido la ley seca o su compromiso de sostener los intereses de los votantes blancos y protestantes. Sin embargo, la prosperidad está llegando a su fin tal y como pronostican algunos economistas. La decadencia empieza a ser palpable en la calle, los grupos criminales dominan las calles como la mafia del terrible Al Capone que aterroriza Nueva York. Los fumaderos de opio se encuentra allí y allá y miles de familias ocultan sus vergüenzas al ver a sus familiares enganchados al mismo. La policia parece no hacer nada, ya sea por miedo o por corrupción. Las muertes son camufladas por la prensa como accidentes laborables o casos sin resolver. «La felicidad no puede ser eterna» es una lección que aprendemos en algún momento pero que olvidamos cuando somos felices. El optimismo, la prosperidad, la paz son fenómenos cíclicos que siempre van acompañados de guerra, miseria y muerte. Nadie sabe cuando ocurrirá, si pueden hacer algo para impedirlo o si es demasiado tarde para cambiar el destino que nos espera. La tensión es palpable y se cortará con la espada de Damocles que pende sobre la cabeza llena de sueños de la nación más grande del mundo: Los Estados Unidos de América.

Los Estados Unidos de América… Para nuestra próspera nación, los locos años 20 han sido una época dorada, llena de progresos y avances que inevitablemente ya está llegando a su final.

Gracias a nuestra distante posición en la Gran guerra de Europa de hace once años, Estados Unidos se convirtió en uno de los países más importantes del mundo. Proveedor de otras antaño ricas naciones que se jactaban de sus poderosos imperios, ahora desangrados sobre su propia tierra masacrada y con sus principales ciudades destruidas y tintadas de rojo por la que sin duda ha sido la mayor recogida de siembra segada por la insaciable Muerte en toda la historia de la humanidad. Las heridas, una década después, siguen sin haberse cerrado del todo y mientras tanto los países menos afectados y vencedores del conflicto salen beneficiados en muchos aspectos. La era pues, de los ambiciosos imperios ha tocado a su fin. Y la esperanza en la democracia y el capitalismo mueven el ideal de nuestros Estados unidos como la tierra de las oportunidades.

El optimismo se ha respirado durante los años 20 y han inspirado un estilo de vida. Corrientes como el Jazz desde Nueva Orleans, el expresionismo en nuevos artistas llenos de renovación, el fabuloso circo de Charles Chaplin o el nuevo gran magnate del arte, el cine, han dado fe de ello. La música era alegre e improvisada y se bailaba en los clubes. La gran pantalla puede emitir ahora con sonido. La conexión telefónica ha llegado a establecerse incluso entre América y Alemania.

Las mujeres han reivindicado durante los últimos años un nuevo papel en la sociedad. Han demostrado su utilidad en la guerra ocupando puestos en las distintas fábricas o como operadoras de telefonía e incluso en el descifrado de códigos secretos. En este nuevo estilo de vida la mujer ha ganado mucho peso e importancia y se ha visto respaldada por nuevas invenciones como la lavadora, que facilitaban enormemente las tareas del hogar dejando más tiempo libre a la ama de casa y haciéndola sentir más libre y dueña de su tiempo y por ende de su vida. El estilo de vestir también es una forma de plasmar esta visión, con el pelo corto y vestidos mucho más deportivos, cómodos y a veces llenos de color visten esta nueva década del cambio y las oportunidades. Todo esto ha sido gracias en buena parte a que en 1920 se les concedió votar, con toda la implicación que ello supone en la sociedad. Tan relevante cambio en el panorama político-social tuvo tanto detractores como partidarios a lo largo de toda la década. Es como si en el mundo cada nación avanza en direcciones totalmente diferentes, ya que mientras en América el Partido conservador ha hecho un cambio tan importante en el sistema electoral, en países como Italia el voto es obligatorio gracias al nuevo sistema electoral del partido fascista, la misma corriente que acaba de conseguir 12 escaños en el congreso Alemán.

Desde la política también se ha impulsado la libertad en la empresa sin intervención por parte del gobierno, aunque sea conocido que algunas empresas han recibido ayudas más que generosas. Así pues, durante la década los conservadores se han mantenido en el poder, hasta ahora… Pues este año, 1929, ha sido elegido el presidente Hoover a la cabeza del Partido republicano. Defendiendo propuestas electorales como la ley seca o su compromiso de sostener los intereses de los votantes blancos y protestantes, contrastando con Alfred E. Smith del Partido demócrata, de origen irlandés, católico practicante, y gran opositor de la ley seca. Hoover ha heredado un clima de prosperidad sin duda construído durante la década que ha precedido a su recién comenzado mandato, pero que parece que ya va tocando a su inevitable final.

En Estados unidos se ha avanzado sobre un demasiado reciente construido suelo de plena confianza y fe en la justicia. La ley seca es un buen ejemplo de ello: ratificada en todo Estados Unidos desde hace diez años no ha impedido que el alcohol siga filtrándose en los entresijos de una sedienta sociedad, sobre todo a través de los grupos criminales como la ya archiconocida mafia del temible Al Capone. Pero no era sin duda la única forma de evadirse de la realidad, había otras prácticas habituales como el consumo de opio fumado en pipa. La policía parece devanarse los sesos en las grandes ciudades para dar con estas mafias y sus movimientos. Los ajustes entre grupos, o familias como algunas se hacían llamar, eran habituales y las muertes muchas veces quedaban impunes, camufladas ante la prensa como accidentes laborales o dejando tras de sí casos archivados por falta de pruebas.

Otro paso en la sociedad ha sido la condena a los actos del Ku Klux Klan, corriente que mantenía la tradicional y clásica idea de la raza negra como inferior, fuertemente arraigada aún en muchas conciencias descendientes de familias antaño ricas en esclavos. O los recientes descubrimientos científicos como la penicilina de Flemming, que promete salvar millones de vidas en todo el mundo. O como la existencia de las galaxias, más allá de nuestra Vía láctea, por parte de Hubble, que hacen replantearse conceptos tan antiguos e ineludibles como la razón de la vida, la insignificancia de nuestra presencia en el Espacio o la posibilidad de inteligencia más allá de nuestro planeta en los aplastantemente desconocidos vastos confines del posiblemente infinito Universo.

Hemos vivido una década llena de prosperidad y oportunidades para todos, gracias a la aceptación de la mujer y de la raza negra, gracias a nuestra fuerte economía, a nuestro libre mercado y a nuestro inquebrantable poder judicial. Hemos vivido el tan ansiado sueño americano. Pero con el paso el década hacia sus últimos meses algo está cambiando. El desmoronamiento de tan felices ideales casi puede palparse. Nuestra nación, la gran potencia del nuevo continente, espera impaciente como si bajo la mismísima tierra se estuviera germinando el cambio en el destino de la vida de tan inocentes y ciegos ciudadanos. Un cambio envuelto en una borrosa niebla de fútil rutina, en una irracional filosofía de vida, en una oxidada mentalidad y en una temida pero inevitable espiral de decadencia. Un cambio que promete resquebrajar los frágiles cimientos del sueño de nuestros queridos Estados unidos de América en el que tanto hemos creído, demostrando la inherente verdad: Que no ha sido más que eso, un sueño.

Discurso Anónimo